Niños son menos propensos a ser víctimas de delitos si se
supervisan actividades en línea.
Que levante la mano el padre (léase mamá o papá) que no haya
acudido a la fórmula de prestarle el celular a su hijo –sobre todo a los más
pequeños– en un momento de desesperación, cuando siente que ya no puede más y
que necesita un minuto de tranquilidad. El consuelo es que no está solo en el
mundo. Cada vez lo hacemos más.
La mala noticia es que es usted, con esa actitud, está
abriendo una puerta por la que se pueden colar todo tipo de peligros vía
internet: desde pornografía infantil y ‘sexting’ (envío de imágenes de desnudos)
hasta ‘grooming’ (cuando un adulto, desde un perfil falso, contacta menores de
edad, se gana su confianza y acaba pidiendo fotos o favores sexuales). No está
en juego solo la salud y el bienestar de los pequeños. A veces, también su
vida.
Pero satanizar la web no es la solución. Si se usa bien, dicen los
expertos, trae muchos beneficios. El gran problema es que los pequeños están
asistiendo, muy solos, al encuentro con un mundo para el que no están
preparados. Con un agravante: los padres, como explica Juan Camilo Díaz,
magíster en Educación y Desarrollo Humano e investigador del Instituto de la
Familia de la Universidad de la Sabana, vienen de un universo “análogo,
monocromático, monotemático y unidireccional”.
Los niños, en cambio, pertenecen
a la Generación Z (los nacidos a partir del año 2000), o sea que son nativos
digitales: nacen y se desarrollan en un ambiente totalmente “multitemático,
multicromático y bidireccional”. Ya no son, dice Díaz, simples consumidores.
Ahora son ‘prosumidores’, es decir, individuos que pueden producir y consumir
contenido en cualquier plataforma, con la posibilidad de registrar, divulgar,
comentar y compartir todo lo que piensan y todo lo que sienten. Algo que, a la
postre, los hace frágiles. Vulnerables.
Saltan las alarmas
Si se tiene en cuenta que uno de cada dos
usuarios de internet es un menor de 18 años, saltan las alarmas, pues las
cifras solo invitan al desconcierto y la preocupación: la web teprotejo.org, de
la organización Red PaPaz, ha documentado desde el 2012, solo en Colombia,
23.054 denuncias relacionadas con niños y delitos en la Red. El 56 por ciento
son por pornografía infantil.
Pero la preocupación aumenta si se pone la lupa
en los primeros dos meses de este año: el 81,8 por ciento de los 1.774 reportes
conocidos hasta el 29 de febrero corresponde a pornografía infantil.
¿Cómo debe
enfrentar una familia semejante flagelo? Los padres, dice Juan Camilo Díaz,
juegan un papel fundamental en cómo afectará a sus hijos la imparable era
tecnológica, un terreno salvaje, sin Dios ni ley, donde no existen normas de
urbanidad ni mucho menos de ética. Y donde los pedófilos, conviene recordarlo,
se mueven a sus anchas.
A estas alturas, muchos siguen creyendo que el peligro
solo está en el bus, en el parque o en la esquina, y subestiman el hecho
incontestable de que también puede haber riesgos significativos en la
habitación de los niños o en la palma de sus manos.
Cuanto más temprano se le da a un pequeño
la llave para que se asome a la piscina digital, más son los riesgos. Según una
regla no oficial del psiquiatra francés Serge Tisseron, conocida como 3-6-9-12,
hasta los 3 años no debe haber acceso a la tecnología; antes de los 6, nada de
videojuegos; antes de los 9, ningún contacto directo con internet (apenas lo
que se necesite por orden académica). Y a partir de los 12, una entrada muy
gradual, porque es cuando se empieza a formar el criterio. Nada que ver con la
realidad. Un reciente estudio del Instituto de la Familia de la Universidad de
la Sabana concluyó que el promedio de edad de iniciación a las redes sociales y
las nuevas tecnologías, al menos en Bogotá, es de tan solo 9 años.
La
tecnología, recalcan los expertos, ha ido copando todos los espacios de la
vida. Incluso, la conciencia de los padres. El consultor Andrés Rodríguez,
creador de la plataforma Más Charlas y menos ‘Phubbing’ (menospreciar a quien
nos acompaña por concentrarse en algún dispositivo electrónico), cuenta que
varios padres le han confesado que sus hijos, a los 12 años, ya tienen cuentas
en Facebook que ellos mismos les han abierto falsificando la edad (el requisito
es tener al menos 13).
Es tal la ingenuidad frente a la ola tecnológica que
muchas familias tampoco reparan en otro riesgo no menos grave: el que atañe a
la huella o reputación digital. Papá y mamá exponen a los niños ante el público
al otro lado de la pantalla. Incluso desde el vientre materno. Con la primera
ecografía. El primer diente. El primer año. La primera fiesta. Asistimos,
quizás, al nacimiento de una generación de seres humanos que tendrá su vida
absolutamente documentada en la red.
Se trata de una realidad aparentemente
inofensiva, pero que equivale a lanzar un bumerán: ¿quién garantiza que en unos
años no habrá un compañero de clase, de la vida, que le haga cibermatoneo a su
hijo por unas fotos en las que el muchacho sale disfrazado de Supermán? Cuando
sean adultos, ¿se avergonzarán de esas imágenes? ¿Alguien les preguntó si
querían que sus fotos estuvieran en las redes? ¿Sabe usted que expone a su hija
a los pedófilos cuando cuelga una imagen de ella en biquini?
“Los papás tenemos una
responsabilidad en el mundo real, pero también en el virtual. En este último
campo, los niños sienten que se mueven como peces en el agua, pero no son
conscientes del peligro al que están expuestos. No se trata de prohibir, se
trata de educar en el entorno digital”, subraya Carolina Piñeros, directora de Red
PaPaz.
La clave, dice Viviana Quintero, responsable de nuevas tecnologías de
esa organización, es el acompañamiento (ver recuadro). “La invitación que
hacemos es a estar ahí con sus hijos cuando navegan. Pero acompañarlos no es
sentarse a mirar con ellos lo que están viendo en la pantalla.
Se trata de usar
herramientas de control parental, de establecer normas y límites para el
correcto uso de los dispositivos y plataformas”, explica Quintero.
“No hay que
tener miedo a meterse en la vida de los hijos –añade Victoria Cabrera,
coordinadora de investigación del Instituto de la Familia de la Sabana–. La
supervisión debe ser permanente y en todos los aspectos, no se limita a lo
tecnológico”.
Coby Persin, uno de los ‘youtubers’ más famosos de Estados
Unidos, llevó a cabo un experimento social (los videos están disponibles en
YouTube) que puso de manifiesto el grado de vulnerabilidad de los niños y
adolescentes frente a la web. Haciéndose pasar por un chico en algunas
ocasiones y por una chica en otras, consiguió contactar a varios menores de
edad que acabaron accediendo a encuentros con él, a pesar de que acababan de
conocer al supuesto nuevo amigo. Los padres no daban crédito: sus hijos
aceptaban rápidamente las citas clandestinas. ¿Por qué?
Una respuesta podría
ser que los niños de hoy crecen con enormes vacíos afectivos. Buscan afuera lo
que no encuentran en sus hogares. Los padres nunca tienen tiempo y creen que
unos minutos, aunque sean de calidad, compensan. A cambio, los atiborran de
tecnología sin control. Y se olvidan de lo básico: faltan más abrazos, más
diálogo y menos emoticones. Piénselo la próxima vez que quiera calmar la
rabieta de su pequeño con una dosis de biberón digital.
Cinco consejos para un
uso responsable de la web
Estas son algunas de las estrategias que propone la
organización Red PaPaz para garantizar la protección de los más pequeños en
internet:
Establezca reglas: defina los sitios que se pueden visitar y con
quiénes pueden interactuar en los entornos digitales. Establezca horarios y espacios
para estar conectados (el computador nunca debe estar en el cuarto del menor).
Utilice aplicaciones de control parental: si usted sabe lo que hacen sus hijos
en línea, será menos probable que se metan en problemas.
Hable con sus hijos
sobre su vida digital: pregúnteles qué redes sociales usan, si saben qué hacer
ante el acoso o la intimidación y si alguien que no conocen les ha enviado
regalos o les ha pedido que se vean.
Evite equiparlos a edades tempranas.
Monitoree y acompañe la actividad de sus hijos, pero
no los avergüence ni invada sus espacios. Más información: www.teprotejo.org
Artículo tomado del
Tiempo.com
Redacción TATIANA
ESCÁRRAGA
No hay comentarios:
Publicar un comentario